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Entrevista a Patricia Font, arquitecta técnica

    “Si queremos ser consecuentes con el concepto de bajo consumo, deberíamos optar por usar aquellos materiales del entorno inmediato de la construcción”

    En un contexto de suma importancia en términos de ecología, sostenibilidad y eficiencia, el concepto de casa o hábitat pasivos empieza a adquirir notoriedad. Entrevistamos a Patricia Font, licenciada en arquitectura técnica y edificación por la Universidad Politécnica de Catalunya. 

    ¿Qué es el Passivhaus? ¿En qué consiste y por qué el concepto está en auge en el sector?

    El Passivhaus o casa pasiva es un estándar para la construcción de viviendas que se origina en Alemania en los años 80 y se trata de construcciones que se integran y tienen en cuenta las condiciones climáticas de la zona donde se construye. De esta manera, se aprovechan los elementos bioclimáticos al máximo y se orientan hacia una construcción sostenible.

    Las viviendas pasivas no necesitan los mecanismos de refrigeración ni calefacción convencionales pues aprovechan los recursos naturales, como la energía del sol, las características físicas de los materiales, así como estratégicas bioclimáticas, en términos de diseño y construcción, para conseguir que la edificación tienda a consumo cero, reduciendo significativamente el consumo energético en comparación de las edificaciones convencionales. 

    Su auge no es fruto de la casualidad, sino que en un contexto de mayor concienciación y de necesidad de cambio en el sector, este tipo de vivienda genera múltiples beneficios en materia de ahorro energético; que en el tiempo también se traduce en beneficio económico para sus usuarios; que además de promover el bienestar integral de los mismos, con los tiempos que corren, es un activo muy importante a tener en cuenta.

    ¿Qué requisitos son necesarios para la construcción de casas pasivas o de consumo casi nulo? ¿Existe alguna diferencia entre estos dos conceptos?

    Aunque actualmente existen varias certificaciones para casas pasivas, el estándar Passivhaus es el más extendido. Este certifica si los elementos y sistemas de construcción alcanzan y reúnen las condiciones necesarias y específicas.

    Para la concesión de dicha certificación, un técnico experto debe valorar el proyecto y enviaría los documentos a una entidad certificadora avalada por la institución del Passive House Institute.

    ¿Existen materiales sostenibles, altamente eficientes energéticamente hablando y que, por tanto, contribuyan a esta modalidad? 

    En ese sentido, el rol que juegan los materiales en una casa pasiva resulta imprescindible. Aunque pueden construirse con diversos materiales, estos variarán dependiendo de la zona geográfica donde se ubique la vivienda. 

    Idealmente, si queremos ser consecuentes con el concepto de bajo consumo deberíamos optar por usar aquellos materiales del entorno inmediato de la construcción, o considerados “locales”.

    Si optamos por materiales ecológicos para casas pasivas, hay alternativas como la madera, bloques de tierra estabilizada o barro cocido; también podemos conseguir una gran variedad de aislantes térmicos en base de fibras minerales, vegetales y animales.

    Entonces, la elección de un material u otro vendrá dada tanto por las preferencias personales del propietario como de las características del entorno para lograr la mayor eficiencia energética posible.

    ¿Cómo se podría convertir un piso o edificio normal en una casa pasiva o en un edificio Passivhaus?

    Un piso o edificio ya construido se puede reformar bajo los estándares pasivos. Sin embargo, por defecto, existirán una serie de elementos que limiten la posibilidad de convertir la reforma en una vivienda o construcción 100% pasiva.

    Ahora bien, como he comentado, se pueden reformar viviendas bajo estándares pasivos. Por ejemplo, mejorando y asegurando un buen aislamiento térmico, evitar puentes térmicos, usar ventanas y puertas de alta calidad, etc.

    Aislamientos y SATE: qué sistema es mejor según el contexto.

    En cuanto a aislamiento térmico se refiere destacan dos sistemas muy extendidos en nuestro país: el SATE y el sistema de fachada ventilada. Constructivamente y funcionalmente distintos, pero ambos nos ofrecen la posibilidad de mejorar las prestaciones de nuestra envolvente, sobretodo a nivel higrotérmico.

    Usar un sistema u otro no solo se basa en criterios de eficiencia energética sino en otros criterios que puedan ser relevantes como la rapidez de la construcción o el coste, aunque, cabe destacar que en este último, sea cual sea el sistema empleado, cualquier inversión económica con el tiempo se amortizará.

    El sistema SATE, concretamente, se viene usando en los últimos tiempos especialmente en rehabilitaciones de edificios. Muchas tipologías constructivas admiten con facilidad dicho sistema cuando nos planteamos dotar de aislamiento viejas edificaciones que no disponen del mismo, convirtiéndolo en un sistema muy versátil. 

    De lo contrario, sistemas de fachadas ventiladas los implantaremos, probablemente, en nuevas construcciones.

    Y sin perder de vista los beneficios que nos aporta, como veníamos explicando anteriormente, cabe tener en cuenta que años más tarde de los que podemos considerar un boom de su implantación como opción sustentable, eficiente, rápida y económica, empezamos a ver ciertas patologías coincidentes, debido a la mala ejecución del mismo, una bastante recurrente y de aparente gravedad que es el efecto vela en revocos fisurados que levantan una gran superficie de la capa exterior del sistema quedando sujeto a desprendimientos de gran alcance.

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