Se acercan los últimos días del año y es imposible no recapitular y hacer balance de todo lo acontecido. Es como si de repente tuviéramos conciencia sobre todo lo que hemos vivido. Hasta hoy, los días sumaban uno tras otro, algunos con sentido y otros sin él, pero por fin, ahora podemos colocar esos días en algún sitio y ver con mayor claridad el propósito de lo ocurrido.
Hay años tranquilos en los que no pasa mucho. Que no podemos recordar si fue en febrero o en octubre aquello o lo otro, «años antes de» o «años después de». Y luego está el 2022, un año terremoto que ha ido concatenando sucesos inverosímiles e históricos. Un año en el que hemos tenido poca certeza y muchas dudas. Un año de vértigo que nos ha obligado a mirar al futuro con desafío y aprender a no dar nada por hecho.
En esta última semana del año vuelvo a romper con la dinámica de los últimos editoriales para reflexionar y agradeceros a todos por este camino que seguimos recorriendo juntos. Indistintamente de cómo sean los años, si tranquilos o movidos, seguimos aquí, y mirar hacia es la única opción que tenemos. El sector de la construcción, como la vida misma, seguirá adaptándose y sobreponiéndose a los cambios y dificultades.
No tengo duda de que, con los cambios y los desafíos, llegarán también oportunidades para el éxito y el crecimiento. Y como creo que una de las mayores virtudes de las personas exitosas es el tiempo que le dedican a la toma de conciencia y a la reflexión, hoy te invito a hacer la tuya propia y qué menos que hacerlo al menos una vez al año.
Mireia Font Martin, directora de la Revista de la Construcción.