La calidad del aire interior (CAI) es un claro indicador de la calidad ambiental de los espacios interiores, del grado de confort y del bienestar que los inquilinos pueden apreciar. La pandemia y el confinamiento al que nos vimos obligados, fueron acontecimientos extraordinarios a la vez que decisivos a la hora de tomar conciencia, pues allí nos dimos cuenta de las deficiencias que presentan muchas viviendas en esta materia.
Según datos proporcionados por la OMS, las personas pasamos más del 80% de nuestro tiempo en espacios interiores, por lo que resulta vital que el aire que respiramos en estos lugares sea adecuado para la salud. Hoy en España, la calidad del aire interior está regulada por el Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Reglamento de Instalaciones Técnicas de los Edificios (RITE), lo cual nos indica a los profesionales, que algo de responsabilidad tenemos en todo ello. Entonces ¿de qué manera podemos contribuir a la mejora de la calidad del aire interior en la reforma de un espacio?
En primer lugar, debemos tanto garantizar la renovación del aire como limitar la emisión de contaminantes. Los materiales de construcción juegan un papel clave en la reducción de emisiones por lo que debemos asegurarnos de que estos no liberen sustancias nocivas a lo largo de toda su vida útil. También, que exista una renovación del aire o ventilación en estancias interiores es indispensable para que el aire no se contamine. Otra manera es amortiguar los efectos de las fuentes contaminantes mediante el uso de soluciones que actúen como barreras.
El COVID nos abrió los ojos a todos y con ello, nos llevó a la necesidad de un cambio de paradigma en el sector de la vivienda y de la construcción en general. Los propios usuarios son los que están demandando un nuevo modelo que ponga la vida, la salud, el confort y el bienestar en el centro de todo. La calidad del aire interior está pasando de ser una opción más a prácticamente una necesidad indiscutible.